RECUERDOS DE IRAK, EDUARDO MARTÍNEZ VIQUEIRA

En la madrugada del 20 de marzo de 2003 las fuerzas de la coalición internacional liderada por Estados Unidos atraviesan la línea de partida y penetran en territorio iraquí. Ha comenzado la Operación “Iraqi Freedom” –“Libertad para Irak”- que se va a desarrollar con una eficacia y contundencia sin precedentes hasta que, el 1 de mayo, el presidente norteamericano George W. Bus proclama oficialmente el final del conflicto armado. Al finalizar éste, Irak cae en una situación de caos absoluto y es entonces cuando, para contribuir a garantizar la estabilidad del país y colaborar en su reconstrucción, el Gobierno español decide enviar una Brigada del Ejército de Tierra, integrada también por tropas de varios países hispanoamericanos a, probablemente, la misión más difícil y arriesgada de un contingente militar español en los últimos tiempos. En Irak llevarán a cabo una impresionante labor que no ha tenido en España todo el realce que se merece ni el adecuado reconocimiento de una opinión pública demasiado dividida entre partidarios y detractores de la decisión política del envío de tropas a Irak. El Comandante Eduardo Martínez Viqueira, uno de los tres Guardias civiles que formaron parte de la Brigada Plus Ultra I, fue testigo privilegiado de lo mucho que allí se hizo en apenas unos meses y de tragedias como la muerte de los siete agentes del CNI -con algunos de los cuales trabajaba estrechamente-, su entrevista con quien presuntamente les traicionó o las últimas horas pasadas en Irak con el Comandante Pérez García, que moriría tras una peligrosa operación en Al Hamza poco después. Como responsable de la supervisión de todos los cuerpos de Policía existentes en la provincia de An Najaf presenta ante el lector, con un estilo ágil y ameno, la cruda realidad que se van a encontrar en la ciudad santa de los chiítas y las tremendas dificultades con que tendrán que convivir. Al mismo tiempo, dibuja el perfil de un pueblo y unos personajes que parecen sacados de un cuento oriental, pero siempre desde un plano profundamente humano que, poco a poco, hará que el lector sienta removerse sus sentimientos.
FUENTE: La cazoleta del arcabuz.